Todo
inversor debe tener siempre en cuenta la rentabilidad del tipo libre de riesgo,
es decir, aquella que percibimos al prestar dinero al gobierno. Imaginemos que
tomamos la media de los últimos treinta años y observamos que la rentabilidad
que ofrecen los bonos del Estado español a diez años es del 4,90%. Es decir,
teóricamente obtendríamos un 4,90% cada año sin ningún riesgo y al cabo de los
diez años obtendríamos nuestro capital íntegro.
Supongamos que
queremos comprar una compañía y vemos que Rosaina,
empresa dedicada a la venta de productos de higiene, está a la venta por
200.000 . Si nosotros estimamos unos beneficios de 20.000 para el próximo año[1],
obtendríamos un Earning yield del 10% (20.000 / 200.000 = 10%). Aunque este 10%
es mayor que el rendimiento ofrecido por los bonos del gobierno, no son comparables,
pues mientras el segundo es sólo para el próximo año, los bonos del gobierno
son “garantizados” durante 10 años. También podríamos esperar que el
crecimiento de la compañía conlleve a un rendimiento superior de Rosaina de cara a los próximos
ejercicios ( aunque, dado que es una estimación podría reducirse o incluso
desaparecer).
El calculo del
rendimiento que obtendríamos en Rosaina,
es comparable con el “risk-free rate”,
pero también puede ser usado como comparativa frente a otras alternativas de
inversión que se presenten. Imaginemos que en la misma ciudad observamos otra
oportunidad de negocio con la compra de Calamarbe.
Calamarbe es una empresa dedicada a
la venta de productos del mar que se vende también en 200.000 , con unos beneficios para el próximo año de 25.000 y la cual además prevemos tendrá mayor crecimiento de cara a los
próximos ejercicios. No sabremos si sería mejor inversión la compra de Rosaina o la compra de bonos españoles,
pero ya conocemos que sería mas rentable la compra de Calamarbe que la compra de Rosaina,
dado que tiene una rentabilidad mayor, 12,5% (25.000/200.000 = 12,5%).
[1]
Considerando este año como “normal” para la empresa, es decir, con unas
condiciones económicas y empresariales típicas, sin ningún tipo de
extraordinarios.
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